lunes, 25 de noviembre de 2013

Repsol, Marruecos y las renovables

Antonio Morales

Andan desgañitados José Manuel Soria y su gente vendiéndonos las excelencias de las prospecciones y posteriores extracciones de petróleo en aguas canarias. No paran. Incluso nos mandan a estos pagos al Adelantado Brufau, que anda con un pie dentro y otro fuera de Repsol dadas las pocas querencias que le tienen en Petromex, para decirnos que somos unos soplagaitas porque nos oponemos, ante el mundo que nos mira atónitos, a aprovecharnos de tanta riqueza. Día tras día nos conmueven el ánimo con el soniquete de las bondades del crudo a la economía canaria. Que si se crearán no se sabe cuantos puestos de trabajo, que si se desarrollará la industria que no tenemos, que si nos pondremos al nivel de las mayores rentas per cápita del mundo…

Los responsables populares, y los sectores empresariales que le siguen el juego, no dejan de decirnos que si España no extrae el petróleo (como si la petrolera fuera España o cuando menos una empresa española) lo hará Marruecos. Dan lo mismo la oposición ciudadana, los informes científicos, los riesgos para el turismo y el suministro de agua a las islas. Incluso da lo mismo que Brufau nos dijera que las bolsas no son las mismas y que las extracciones de unos y otros no tienen nada que ver. Todo da igual. La estrategia está clara. Se trata de mentir una y otra vez para que algo quede.

Nos amenazan con las extracciones de Marruecos. Nos comentan que el país alauita se va a aprovechar del petróleo y nosotros, que somos muy tontos, no -a pesar de que su ministro de Turismo acaba de declarar que si lo encuentran tendrán que valorar si afecta o no al turismo y si está en una zona que es frágil o no-. Nos intentan convencer de que hay que hacerlas rápido para evitar que el país vecino se nos adelante… Pero lo que no se nos dice es que mientras España acaba de dar el mayor hachazo de la historia a las renovables comprometiendo su futuro por muchos años, en Marruecos van como una tralla y acaban de poner en marcha un ambicioso plan de generación de energías limpias. Y claro, con eso no nos comparan.

En España se genera un déficit energético anual de 45.503 millones de euros por la compra de combustibles y dependemos en un 76% de los fósiles para poder abastecernos. En Marruecos la dependencia es de un 97% y su gasto anual supera los 7.000 millones de dólares.

La diferencia con España es que mientras aquí seguimos apostando por las fósiles en detrimento de las renovables, en Marruecos se acaba de poner en marcha un plan de inversiones de más de 12.500 millones de dólares para hacer posible que en 2020 un 42% de la producción energética sea renovable. Y hablan de crear 50.000 puestos de trabajo; de reducir las importaciones de petróleo en más de 2,5 millones de toneladas; de producir 300 millones de megavatios en la mayor planta eólica de toda África, en la región de Tarfaya; de eliminar emisiones de CO2 a la atmósfera, solo con esta instalación, como si plantaran 150 millones de árboles; de haber creado un marco legal e institucional muy atractivo para los inversores, garantizándoles la seguridad jurídica que aquí no tienen; de posibilitar igualmente un mercado para los proyectos pequeños en entornos rurales; de construir la planta solar más grande del mundo; de haber montado el Salón de las Energías Renovables más importante de África; de haber creado la Agencia Marroquí de la Energía Solar, la Agencia Marroquí de las Energías Renovables y de haber aprobado en el Parlamento una Ley de Energías Renovables…

Según Alexandra Mouaddine, profesora de Desarrollo Sostenible en Marruecos, este ambicioso proyecto aumentará la parte de las energías renovables hasta el 42% en 2020 (la energía solar, la eólica y la hidráulica proporcionarán cada una de ellas el 14% de los 14.580 MW previstos). Contribuirá a proteger el medio ambiente reduciendo las emisiones de CO2 en 3,7 millones de toneladas por año y disminuirá en 500 millones de dólares al año la adquisición de combustibles fósiles por el Estado.

Hace unas semanas, al inicio de un acto en Las Palmas de Gran Canaria, se me acercó un señor y me entregó un tríptico. Se trataba de un folleto anunciador del Primer Salón Internacional de Marruecos dedicado íntegramente al sector fotovoltaico. Se celebrará en Agadir en marzo del próximo año, con una exposición de más de 30.000 metros cuadrados. Y la responsable del evento es canaria. Y se tiene que ir a Marruecos. Y no nos dicen que podríamos hacer lo mismo, sino que tenemos que apostar por el petróleo. Ese es el debate.

Mientras, por aquí, las noticias no pueden ser más desalentadoras. A pesar de que hace unos días el ministro Soria reconocía que “en el primer semestre de 2013, más de la mitad de la producción viene de fuentes renovables. Vamos por el buen camino”, y de que los costes del sistema eléctrico han sido menores en los últimos años gracias a las renovables, lo cierto es que la reforma energética recién aprobada ha supuesto un golpe brutal al sector, abocándolo a la ruina. La inseguridad jurídica ahuyenta a los inversores; la revisión con efectos retroactivos de las condiciones lleva a la quiebra a muchas instalaciones; los peajes y los impuestos al sol disuaden a los consumidores, a los pequeños ahorradores y a las familias para el autoconsumo, lo que impide un ahorro al sistema de 129 euros al año por autoconsumidor… 

Y en Canarias la situación es mucho peor. A pesar de que el aerogenerador instalado por Gamesa en Arinaga, con su récord de producción en España, ha venido a insistir en las condiciones idóneas del sureste grancanario para generar energía, lo cierto es que Endesa acaba de anunciarnos que está meditando abandonar el proyecto de la central hidro-eólica de Chira-Soria. Y la Asociación Canaria de Energías Renovables y la Asociación Eólica de Canarias acaban de lanzar un manifiesto durísimo que cuestiona las medidas adoptadas hasta ahora por el ministerio de Industria, Energía y Turismo, las trabas de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea y las dificultades administrativas. Y nos recalca que producir con eólica en las islas cuesta 89 euros por MWh y con las convencionales 230 euros MWh. Casi nada.

El último presidente de la Comisión Nacional de la Competencia lo dejó muy claro: “se trata de llenar los bolsillos de las eléctricas en detrimento del precio que pagamos los ciudadanos”. Por eso no nos puede extrañar la información que nos hacía llegar Vozpópuli el pasado 6 de abril: “Faes ficha al clan del gas y expertos pronucleares para criminalizar a las renovables”.

Es así. Faes dicta las políticas del Gobierno en materia energética y a través de estos “expertos”, ligados al gas y las eléctricas, ha llegado a la conclusión de que las renovables son las culpables de los desequilibrios del sistema y del déficit tarifario y que la solución está en la construcción de nuevas plantas nucleares y en los ciclos combinados de gas, a pesar de su sobrecapacidad y de que se ha optado por su hibernación por ser inservibles en estos momentos. Pero llegados a este punto no nos podemos olvidar de que José María Aznar, que controla Faes, es un empleado cualificado de multinacionales como Enel-Endesa, una energética de un país extranjero, y de las americanas Doheny, ligada al sector energético e inmobiliario, J.E Roberts, también de lo mismo, KPMG, asesora de Bankia para las preferentes y auditora del Banco de España, según el Confidencial, y de News Corporation (Murdoch) que controla gran parte de la información en el mundo. En esas manos estamos.

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