miércoles, 11 de junio de 2014

Sobre la mani del sábado, fósiles y otros asuntos...

Marta Ferrer

Que sigan contando con los deditos; que nuestros próceres (ayer por la mañana mismo en una cadena de radio) pretendan tomarnos el pelo con argumentos infumables: que nos hemos adelantado, dicen; si seremos toletes, que protestamos sin saber todavía si hay o no petróleo en el fondo del mar, matarile.

Que insulten nuestra inteligencia y abdiquen de las cuatro reglas de la lógica, de Perogrullo y del cajón. Que nos desayunemos de pronto con acérrimos ecologistas de "toda la vida", aficionados al gas por un tubo, y al alicatado de riscos, laderas, dunas y barrancos... Vale.

Pero, se pongan como se pongan, la manifestación del sábado fue un exitazo, con o sin paseo en helicóptero. Ese que llega siempre tarde a todas partes menos a una. Quienes cuentan con años de experiencia en procesiones y cabalgatas varias certifican, además, que la del sábado resultó la más multitudinaria de los últimos tiempos.

Seguiremos necesitando más paciencia que el santo Job. Y la inspiración de Mayor Zaragoza, El Iluminado. Y que se alineen Saturno y cuarto y mitad de Plutón -en el caso de que Marte se encuentre en retroceso (sic)- para que el Supremo haya fallado sin equivocarse...

Claro que sabemos desde mucho tiempo atrás que las decisiones suelen adoptarse de forma anticipada y atendiendo a gustos, pasiones, prioridades, tradición, temperamento, metabolismos y digestiones varias. Solo después se acude al Aranzadi o a la función de búsqueda de Google para encontrar (si el algoritmo nos tiene cogido el tranquillo será cuestión de segundos) los argumentos ad hoc que justificarán la sentencia y hasta la sintaxis y el vocabulario idóneos para lograr los efectos deseados, el consiguiente disfraz legitimador y la postración de los súbditos.

Pero ya ni Supremo, ni Constitucional, ni división de poderes, ni Rey ni Cristo que lo fundó. ¿Cómo era? Un mundo que agoniza y otro que no acaba de nacer...En estas andamos, parece.

Pero pongámonos estupendos: ¿Y si el pregonero agarrara una templadera de aúpa el mismito día de marras ? ¡Quién sabe los estragos que podría provocar el tufo a incienso combinado con el relajo! ¿ Y si sonara la flauta, trompicara - yo no fui- y se cayera del burro? ¿Y si se diera la feliz posibilidad de que una paloma cerviche entrase en la iglesia y fuera a posarse en su ministerial hombro?

Milagro: el hijo predilecto, arrodillado ante el altísimo entonaría un sentido mea culpa; pediría perdón por su felonía y juraría enmendar el error. A cambio de un seguro de resurrección a todo riesgo que estipulara la estricta condición de recuperar para la vida de ultratumba el mismo genio y figura, todos los bienes muebles e inmuebles, incluido el capital, en cualquiera de sus formas y allá donde se encuentre; otrosí, el lucro cesante, los fondos de pensiones y la consabida indemnización por daños y perjuicios estéticos. Y el cargo, la autoridad y las prebendas, pleitesía y privilegios que su persona merece. Y un busto a la entrada de la ciudad. Y réplicas en todos los edificios públicos. Y el cambio de nombre de nuestro aeropuerto. Para empezar.

Cambian las caras, cambias las caras, pero nunca el corazón...Pues, esta vez, la próxima, toca cambiarlo todo para que todo cambie.

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